El dolor crónico se define como el dolor persistente que no ha desaparecido o recurre con frecuencia incluso después de que hayan pasado seis meses. Si bien el dolor puede no ser constante, es el hecho dominante de la vida para muchas personas que sufren dolor crónico.
Se trata de un dolor persistente que dura desde semanas hasta años. Puede ser causado por inflamación o nervios disfuncionales.
A menudo, el dolor crónico produce signos vegetativos (p. ej.: astenia, trastornos del sueño, disminución o pérdida del apetito, pérdida del gusto para la comida, pérdida de peso, disminución de la libido, estreñimiento) que aparecen gradualmente. Cuando es constante y no presenta remisiones, puede conducir a la depresión y la ansiedad e interferir con casi todas las actividades.
Los pacientes corren el riesgo de volverse inactivos, retraídos en el aspecto social y estar preocupados por la salud física. La afectación psicológica y social puede ser grave, hasta producir una pérdida de función en la práctica.
Algunos pacientes, sobre todo si no está actuando alguna causa netamente definida, presentan entre sus antecedentes el fracaso de los tratamientos médicos y quirúrgicos, la realización de múltiples pruebas diagnósticas (y duplicadas), el uso de muchos agentes (que a veces involucran abuso o adicción) y el empleo inapropiado de la asistencia sanitaria.